Su dolor, mi dolor, nuestro dolor
Una reflexión sobre algo obvio: la muerte es igual para todos los humanos
La muerte es igual para todos los humanos.El dolor de los que quedan es algo que sólo se sabe cuando uno es desposeído de un amigo, de un hijo, o de un amor cualquiera. La muerte es igual para todos los humanos. Y no nos damos cuenta, hasta que sucede en la carne de los que apreciamos. No está justificado matar, por lo menos nuestras conciencias no encuentran razón. Las armas matan igual en manos de un terrorista que en las de un soldado, y la responsabilidad es tanto peor la del que aprieta el gatillo como la de aquel que en un cómodo despacho firma las sentencias de muerte. Los humanos debemos aprender que, en nombre de cualquier legítima causa, siempre hay inocentes que mueren, quizás todos los que mueren sean inocentes, porque inocente y desgraciado también es el hombre que no ve más allá de su propio ombligo. La muerte es igual para todos los humanos. Si tuviéramos que salir a la calle por todos los muertos, podríamos vivir en ella sin jamás regresar a nuestras casas. Los ejércitos legalmente constituidos matan más inocentes que el terrorismo y pocos son los que se escandalizan, quizás por la lejanía, quizás por la condición social de quienes mueren. La muerte es igual o peor para quienes sufren las miserias del hambre y las enfermedades que para quienes reciben una bala. La presencia del odio y la posesión de poder en cualquier verdugo tiñen el planeta de rojo, mientras la mezquindad, disfrazada de información que manipula, sirve a un sistema que no nos sirve. Yo sólo pregunto: ¿Cuándo nos daremos cuenta de que la muerte es igual para todos los humanos?